En un libro cuestiona la divulgación científica masiva. «Que la ciencia está produciendo novedad y revoluciones todo el tiempo es una fantasía», dice. Y afirma que traducir el discurso duro de la ciencia al gran público es imposible.
Por Boyanovsky Bazán para Tiempo Argentino – 4/11/2012
Ratones infieles, genes que determinan el futuro de las personas, o animales con instintos criminales, el periodismo de divulgación científica recurre a veces a figuras que no siempre reflejan cabalmente el estudio en el que se basan, y en ocasiones la necesidad de colocar un título efectivo o «ganchero», se aparta de lo que intenta comprobar el hallazgo difundido. Esto es lo que plantea el doctor en Ciencias Sociales y Humanidades, magíster en Ciencias y docente de Filosofía, Héctor Palma, en su libro Infidelidad genética y hormigas corruptas (editorial Teseo), en el que se dedicó a analizar decenas de artículos periodísticos de los medios masivos, nacionales y extranjeros, para señalar esta tendencia y a su vez desmitificar a una ciencia que puede aparecer como omnipotente. «Eso de que la ciencia todo el tiempo está produciendo novedad y revoluciones, es una fantasía», advierte.
–¿La comunidad periodística científica tomó el libro como una provocación?
–Yo sólo tengo referencias indirectas, no tengo pruebas. Tengo comentarios de gente allegada y lo que generó es algún nivel de incomodidad y molestia difícil de evaluar, pero lo interesante o simbólico es que una de las personas, que es la que a mí me cuenta esto, ofreció mandar el libro para que lo leyeran. Lo cual es todo un dato.