Por Lucas Bidon-Chanal
«La resistencia a la sociedad es la resistencia a su lenguaje», escribió Adorno (1962, p. 149) diez años después del final de la Segunda Guerra. Esa afirmación arrebatada, en cierto modo, al esteticismo había tomado una dirección diferente en las vanguardias y en el arte crítico del siglo pasado. Para no quedar asimilado a las formas de la mercancía y del mundo administrado, en la Europa de posguerra, el lenguaje poético resiste «empobrecido» en la prosa de Beckett (a quien Adorno quiso dedicar su último gran libro) o en los versos de Celan (tantas veces asociado a ese otro dictum adorniano acerca de la poesía después de Auschwitz). Esta «política de la forma resistente», como la llamó Rancière, se resumiría en la siguiente consigna […].
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Más información sobre el libro Polifonía y contrapunto barrocos: https://www.editorialteseo.com/archivos/17571/polifonia-y-contrapunto-barrocos