Por Alberto César Cabral
Seguramente porque transitamos una época de desbordes, el lenguaje cotidiano es pródigo en el uso coloquial del término “perdón”. Es pertinente, por ello, una reflexión en torno a su estatuto particular. Una primera aproximación nos indica que el perdón constituye una herramienta simbólica que permite a los sujetos involucrados dirimir conflictos atravesados por una significación de daño o perjuicio, infringida intencionalmente por uno de los actores. Se inscribe entonces en el campo más amplio de lo que los antropólogos llaman “prácticas de reconciliación” […].
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