Por Alberto César Cabral
La problemática del perdón atraviesa por igual existencias excepcionales y vidas corrientes, reclutadas y alistadas sin distinciones en esa “guerra civil permanente” que, desde Thomas Hobbes (“el hombre es el lobo del hombre”) sabemos que es la contracara de la vida en sociedad, con su tendal obligado de daños infringidos y padecidos. Es por eso que el lenguaje cotidiano es pródigo en el uso coloquial del término “perdón”. Se admite que forma parte del arsenal de herramientas empleadas para recomponer vínculos interpersonales, cuya continuidad fuera seriamente amenazada por algún daño o perjuicio cometido por una de las partes […].
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