Desde comienzos del siglo XIX hasta prácticamente nuestros días, la historiografía filosófica repitió que los epicúreos no desarrollaron una reflexión política digna de estudio debido a que redujeron la filosofía a la formulación de una ética individualista e hicieron del hedonismo su eje principal. Esta apreciación no hace justicia a la filosofía epicúrea y prolonga las interpretaciones de sus adversarios, como Cicerón, Plutarco y Lactancio, a los que debemos buena parte de los testimonios sobre ella. En estos, al igual que en la historiografía filosófica del siglo XIX, estaba presente una concepción de la filosofía griega que obviaba líneas troncales, como el naturalismo, la tradición prudencial y la reivindicación socrática de la filosofía como la verdadera política. En estas líneas se enmarcan las reflexiones de los epicúreos sobre la genealogía de la justicia, la seguridad (aspháleia) ─un tema clave en toda teoría política antigua─, su supuesto “apoliticismo”, el sabio epicúreo y las leyes, y la prolepsis o “preconcepción” de lo justo.
Javier Aoiz es licenciado en Filosofía por la Universidad de Salamanca, realizó estudios de postgrado en la Universidad del País Vasco y obtuvo el doctorado en la Universidad Simón Bolívar, en la que ha sido profesor titular. Actualmente es académico de la Universidad Católica de Temuco. Ha publicado estudios sobre Platón, Aristóteles, epicureísmo y estoicismo.