Clarín – 22/11/2015
Como todo, el libro digital también tiene sus impulsores y sus detractores. Están los que defienden la mística (y el olorcito) del papel impreso, y los que sostienen que las nuevas tecnologías permiten equiparar la experiencia de lectura.
«Del mismo modo que el libro impreso abrió las puertas al Humanismo, la lectura digital, en cualquiera de los soportes actuales (teléfonos celulares, tablets, e-readers como el Kindle, entre otros), puede despertar nuevas revoluciones culturales», sostiene Octavio Kulesz, director de la editorial Teseo, pionera en la incorporación de tecnologías como la impresión bajo demanda y la distribución digital.
¿Cuál es la situación actual en Argentina? «Aún en una etapa incipiente, al menos en términos de mercado. Las ventas de e-books están lejos de los porcentajes de Estados Unidos o Reino Unido. Sin embargo, esto no significa que los libros digitales no se produzcan ni se lean de manera activa: cada año, miles de libros están siendo registrados en formato electrónico en la base de ISBN que administra la Cámara del Libro. Al mismo tiempo, son innumerables los lectores de todas las edades que descargan obras de dominio público o de fuentes informales, gratuitas. El e-book se usa mucho pero todavía no se ha plasmado en un mercado formal», responde.