Por Ana Abramowski – El Monitor, Ministerio de Educación
“Me mandaron a la Escuela Rural N°11 porque la consideraban una escuela muy alejada, difícil, y yo encontré allí mi porvenir. En la escuela rural, con todas las edades, con todos los grados -desde primero inferior a sexto-, me inicié como maestro integral y total”. No es caprichoso comenzar a narrar la obra pedagógica de Luis Iglesias a partir de este “castigo”, cuya primera intención fue confinarlo a una especie de destierro rural. […]
En una entrevista que Ana Padawer reproduce en su tesis doctoral, el maestro destaca un punto de inflexión en su pedagogía. Un día fue a verlo un campesino, padre de cuatro de sus alumnos, y luego de expresarle qué encantados estaban sus hijos de asistir a la escuela, le planteó cierta disconformidad: “Maestro, disculpe, pero se lo tengo que decir, resulta que usted ahora está trabajando, enseñándoles la vida del campo a través de la tierra, criando animales y demás. Y ahí sí estoy en desacuerdo, porque de eso le enseñamos nosotros. […] Y yo estoy seguro de que mis hijos saben más que usted de estas cosas.[…] Lo que usted les enseña a mis hijos allá adentro no les podemos enseñar ni yo, ni mi señora, ni los peones, ni nadie. Y si usted no lo hace, mis chicos van a salir de acá como llegaron”. Iglesias recuerda esas palabras como un “golpe en la nuca”.