Como vector de la nacionalización y popularización del cine, el tango permitió enlazar las ideas de la argentinidad y la modernidad. Apareció en escena un tango moderno con nuevos escenarios y personajes. Ese pasaje del arrabal a la compañía de broadcasting legitimó un verosímil de ascenso social para los sectores populares. A los compadritos y milonguitas de antaño, se sumaban hombres y mujeres “trabajadores” que soñaban con triunfar en la radio.
Así, estas representaciones respondieron a una lógica industrial, convirtiendo al cine en una suerte de ventana abierta al mundo de las industrias culturales. El cine en sí mismo encontró su modelo “posible”. Frente a la poca inversión estatal, los empresarios del cine buscaron maximizar sus recursos y diversificar sus negocios en una red de consumos culturales. A la política del sistema de estrellas, se añadía la de “nuevos talentos”, que fortalecía un círculo virtuoso de consumo para un nuevo tipo de espectador que adoptaba nuevas prácticas de consumo cultural.
Cecilia Gil Mariño es Profesora en Historia con Diploma de Honor y Magister en Estudios de Teatro y Cine Argentino y Latinoamericano por la Universidad de Buenos Aires. Obtuvo becas del Fondo Nacional de las Artes y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina para su investigación doctoral. Ha publicado numerosos artículos en revistas académicas y es autora de capítulos de libros en Consciousness, Theatre, Literature, and the Arts (2009) y Del football al fútbol/futebol: historias argentinas, brasileras y uruguayas en el siglo XX (2014).