Por Héctor A. Palma para Revista Iberoamericana de Ciencia Tecnología y Sociedad – 7/05/2014
Los dioses del Olimpo habían condenado a Sísifo a hacer rodar una piedra hasta la cima de una montaña y, sobre todo, a saber que irremediablemente la piedra volvería a caer hasta la base. Una tarea interminable, comenzar y recomenzar hasta la eternidad, pero una tarea a la que no podía renunciar.
Así imagino, exagerando un poco quizá, el papel de la comunicación pública de la ciencia y la tecnología (CPCT) en la sociedad contemporánea. Y es así porque adolece de un problema fundacional: es una tarea imposible si lo que se intenta es transmitir contenidos de la ciencia a un público no iniciado. La ciencia es, cada vez más, un asunto de especialistas. El camino para subsanar el problema de la intraducibilidad del lenguaje de la ciencia a un lenguaje lego (que de eso se trata) fue diseñar estrategias comunicativas, didácticas e incluso escenográficas y teatrales a través de un lenguaje accesible. La calidad y el grado de éxito de estos modos de hacer CPCT han sido, obviamente, sumamente variados. Una deformación posible de esta estrategia radica en que con el afán de “acercar” la ciencia al gran público se caiga en una banalización de la misma, y esto será el objeto de este brevísimo artículo.
Pienso que, en paralelo con la tarea de “ilustrar” sobre el estado actual de las ciencias y las tecnologías, la CPCT tendría como objetivo principal instalar en la población la conciencia de los dilemas y los conflictos que la propia actividad científico-tecnológica genera. Un aspecto no menor de este objetivo es el análisis de las políticas científicas que (y en esto parece haber un gran consenso) resultan necesarias, aunque no suficientes, para el desarrollo económico y la calidad de vida de la población. Desde hace ya algún tiempo, la CPCT va creciendo cualitativa y cuantitativamente en todo el mundo En el caso particular de la Argentina, por ejemplo, el actual contexto sociopolítico ha definido un marco propicio para su desarrollo, dado que al importante aumento presupuestario para la educación en todos sus niveles, y para el sistema científico en su conjunto, se le debe sumar la implementación –aunque más no sea de forma parcial y no exenta de dificultades- de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. De hecho hay un canal de televisión dedicado exclusivamente a la CPCT.